Paisajes en la retaguardia

La defensa de la artesanía

La artesanía está presente continuamente en la obra de Moreno Carretero. Tal vez, por su origen como su residencia en un pueblo rural de Córdoba, el artista ha tenido un contacto más directo que otros de residencia urbana con la artesanía. Moreno Carretero sabe del potencial de la artesanía, del trabajo manual, de la conservación de la tradición. Pero también, hoy, en una sociedad absolutamente tecnificada, la fe en la artesanía, su uso, su defensa y su recreación supone sobre todo una defensa del placer, de lo manual, de lo vivencial, de aquello que despierta la memoria y nos hace entrar en contacto, como usuarios, con el oficio del artesano, una dimensión perdida en la mayoría de bienes de consumo que pueblan nuestra vida.

Precisamente, uno de los últimos proyectos es el que se dedica a los forillos de los carnavales de Cádiz. Por un lado, volvemos a encontrar a Moreno Carretero imbuido de lo popular, de la tradición, del acervo, del folklore. Por otro, parece rendir un sentido homenaje a la multitud de artistas que desde generaciones recrean la estampa de la milenaria ciudad de Cádiz a través de su peculiar disposición geográfica, de su condición costera, de sus hitos o mediante el rico patrimonio artístico y de la arquitectura popular que posee la ciudad andaluza. Todos esos artesanos de la fiesta no sólo mantienen una celebración, sino que siguen configurando la identidad de la ciudad. Construyen además, forillo a forillo, una suerte de cartografía de la urbe y cimentan la imagen gráfica de la ciudad.

Ese carácter artesanal ha de emparentarse con la dimensión manual de la obra de arte de Moreno Carretero. Cuenta su obra con una meticulosidad y precisión que lo acerca a figuras como el bricolaire y el maquetista. El artista recrea pequeños mundos y paisajes en elementos rutinarios que transforma otorgándoles encanto y singularidad, como los paisajes realizados sobre brochas intervenidas